La poesía es expresión de la rebeldía de la palabra; de la palabra que rechaza la función de instrumento de la idea para afirmarse como expresión del sentimiento. Es el Prometeo encadenado en el Caucaso de lo cotidiano empeñada en irradiar el fuego de lo absoluto. Porque todo sentimiento es absoluto y sus límites no son en cuanto a tal sino de sus manifestaciones. La censura y autocensura las sujetan al roquedal donde una razón rapaz devora sus entrañas admitiendo con ello su incapacidad de apagar la llama incandescente. Y decimos que el sentimiento es absoluto porque en si mismo trasciende la naturaleza relativa del que siente. Una naturaleza limitada por la existencia misma del propio ser.